Los Estuardo siempre regresan

Con Guillermo, volverán los Estuardo al trono de Inglaterra.

Un fantasma recorre la historia de Inglaterra, es el de María Estuardo, reina de Escocia, vilmente decapitada por su prima Isabel I, reina de Inglaterra. Con este crimen de Estado una maldición caería sobre la monarquía inglesa: la extinción de la Casa de Tudor, que había convertido su reino en una importante nación de la Edad Moderna, y la subida al trono de una estirpe foránea, escocesa, la Casa de Estuardo, que no importa cuántas veces la destronen los ingleses, siempre regresa a ceñir la corona.

La maldición fue de efecto inmediato. Isabel I, aunque tuvo varios amantes, es llamada por la hagiografía anglosajona la Reina Virgen, porque no se casó, y por tanto no tuvo un heredero. Hubo de nombrar sucesor –en el lecho de muerte, y bajo presión de su primer ministro– al hijo de María Estuardo, Jacobo, pues era quien mejor derecho tenía debido a matrimonios anteriores entre las dos dinastías. Así, en 1603, subió al trono de Inglaterra el hijo de la mujer decapitada 16 años atrás. El primer Estuardo en el trono inglés tenía 36 años y era desde niño rey de Escocia con el nombre de Jacobo VI, aunque en Inglaterra sería Jacobo I. Entre sus primeras grandes decisiones políticas estuvo la paz con España, la gran potencia católica demonizada en Inglaterra, y buscó vínculos matrimoniales con la monarquía española. Los Estuardo siempre fueron católicos, aunque hubieran de disimularlo para poder reinar sobre los ingleses. No obstante, Jacobo I tuvo un reinado de 22 años relativamente tranquilo y pacífico.

Todo lo contrario puede decirse del siguiente monarca de la estirpe, Carlos I, cuya tendencia al absolutismo le llevó a enfrentarse al Parlamento, mientras perdía la adhesión del bajo pueblo, profundamente protestante, porque quiso casarse con una infanta española y porque en el palacio real se decían misas “papistas” para la que finalmente fue su consorte, Enriqueta de Francia. Los desencuentros terminaron en guerra civil, perdida por el rey, que sería destronado y ejecutado.

Su familia se refugió en Francia, pero no duró mucho el destierro de los Estuardo. Tras 11 años de régimen republicano y dictadura de Cromwell, la monarquía sería restaurada en la persona del hijo del rey depuesto, Carlos II. Los Estuardo estaban de nuevo en el trono. Carlos II no tuvo descendencia legítima y le sucedió su hermano Jacobo II, que duraría muy poco. Su catolicismo declarado provocó en el tercer año de reinado la llamada Revolución Gloriosa de 1686. Era el segundo Estuardo destronado en menos de 40 años, sin embargo ni aun así fue apartada su Casa del trono. Le sucedió su hermana, que llevaba el nombre de la abuela mártir, María Estuardo. María reinó conjuntamente con su esposo, el holandés Guillermo de Orange, pero no tuvieron descendencia. ¿Se acabaron ahí los Estuardo? ¡No! Un cuarto vástago del decapitado Carlos I, su hija Ana, recibiría la corona como reina en solitario, pues a su esposo solo le reconocieron el título de príncipe consorte. El matrimonio tuvo 19 hijos, aunque la terrible mortalidad infantil de la época hizo que ninguno superase la infancia. Esta epidemia de muertes de principitos parecía haber acabado por fin, en 1714, con la Casa de Estuardo, aunque hubiese de recurrir a una dinastía alemana, los Hannover, para mantener la monarquía en Gran Bretaña.

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Guerras civiles

Sin embargo, los descendientes de Jacobo II, exiliados en Roma, no se rindieron. Sus partidarios, los jacobitas, estaban presentes en Inglaterra, Escocia e Irlanda, y atizaron la guerra civil mediante cuatro alzamientos en Escocia entre 1708 y 1745. En 1717 España intervino a favor de los jacobitas, desembarcando tropas españolas que combatieron en suelo británico. En 1745 el Joven Pretendiente, también llamado Bonnie Prince Charlie (el bonito príncipe Carlos), invadió Inglaterra desde Escocia y llegó a cuatro días de marcha de Londres, aunque finalmente fracasó y tuvo que huir vestido de mujer, lo que pudo hacer gracias a su linda cara.

Bonnie Prince Charlie murió sin descendencia legítima, lo que realmente puso fin en 1788 al pleito dinástico en Gran Bretaña. Los descendientes más directos de Jacobo II, aunque por vía ilegítima, serían los duques de Alba, que ostentan el apellido Fitz-James Stuart (literalmente “Hijo de Jacobo Estuardo”), pero nunca pretenderían la corona inglesa, aunque la leyenda dice que cuando se encontraban en Inglaterra la duquesa Cayetana de Alba y la reina Isabel II, amigas desde la infancia, Isabel debía cederle el paso a Cayetana.

Sin embargo, la Historia traza a veces caminos enrevesados cuando la vía recta está cerrada. En algún momento del siglo XXI subirá al trono el príncipe Guillermo, hijo de Carlos y Diana de Gales, y si él no lo hiciera lo harían sus hijos, y entonces un Estuardo volverá a ceñir la corona de Inglaterra, porque Guillermo desciende de los reyes Estuardo a través de su madre, Diana. La difunta princesa de Gales trajo muchos quebraderos de cabeza a la familia real británica, pero también traía la sangre de la vieja dinastía, y por una triple vía.

Y Camilla también

Lady Di descendía de Carlos II, que no logró tener un hijo con su esposa, pero que fue fertilísimo en las camas ajenas. Entre sus numerosos bastardos, a los que se les reconocía un alto rango, estaban el fruto de su relación con la duquesa de Cleveland, al que otorgó el título de duque de Grafton, y el que le dio la duquesa de Portsmouth, al que nombró duque de Richmond. Ambos serían antepasados de Diana. Por si fuera poco, la princesa de Gales descendía también del rey Jacobo II, que mantuvo sonados amores con Arabella Churchill, la hermana de Malborough, el más famoso militar inglés del XVIII. Fruto de ese romance sería Henrietta Fitz James, antepasada de los Spencer, la familia de Diana.

Como broma histórica suplementaria, también Camilla, la actual esposa de Carlos, cuyo papel está por ver cuando su marido suba al trono, es descendiente de Carlos II Estuardo por la misma vía que Diana, la primera esposa a la que desplazó.

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